La bicicleta como un símbolo del movimiento feminista

Las sufragistas a finales del siglo XIX utilizaron la bicicleta como un medio para un fin “El uso de la bicicleta ha hecho más por la mujer que cualquier otra cosa en el mundo» Susan B.
Anthony, en una conversación con Nellie Bly. Según un periódico de 1895, se desarrollaron modelos específicos para mujeres con un sillín más rígido y sin apenas relleno, denominado “sillín higiénico”, para evitar o reducir la posible excitación sexual por fricción de los genitales femeninos.
La bicicleta cambió el estilo de vida de las mujeres: introdujo una nueva vestimenta que les permitía una mayor libertad de movimiento y supuso un aumento de sus derechos como ciudadanas.
«Antes pensaba que lo peor que podía hacer una mujer era fumar, pero he cambiado de idea. Lo peor que he visto en mi vida es una mujer montando en bicicleta». Así se manifestaba el 25 de julio de 1891 la corresponsal del Chicago Tribune en una pequeña columna en la que afirmaba que podría hacerle la vida imposible a su futura nuera si ésta demostraba la más mínima inclinación por el ciclismo; las pioneras de la bicicleta estaban empezando a causar una impresión abrumadora. Nadie sabía por aquel entonces lo que llegaría a significar la bicicleta para la emancipación femenina.
Daniela Suau, ciclista urbana y activista de movilidad sustentable agrega: “La bicicleta llegó a manos de las mujeres antes que su derecho a votar, transformándose en un aliado para obtenerlo. A fines del siglo XIX, fueron muchas las mujeres que se sumaron a la revolución con pedales, desafiando las reglas establecidas de la época sobre lo que podían hacer y lo que no”.
 

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